miércoles, 29 de enero de 2014

Alberti: San Andrés de Mantua


Fachada. Ladrillo y estuco. Hacia 1470.

Leon Battista Alberti es un humanista que se implica progresivamente en el mundo de la construcción. Su interés es al principio teórico y le lleva a escribir su fundamental De re aedificatoria, inspirada en el tratadista antiguo Vitruvio, pero original en su planteamiento. Diseñará numerosos edificios, entre los que destaca el que comentamos.

El marqués de Mantua le encarga la iglesia de San Andrés. Alberti planea un templo con una sola nave de gran anchura cubierta por una bóveda de cañón. Los casetones que la cubren le dan un aspecto romano, aunque por falta de fondos se pintan en lugar de realizarlos en relieve. A ambos lados de la nave se abren las capillas con un ritmo alterno: a cada capilla abierta y de grandes dimensiones, le sigue otra cerrada y más pequeña, con grandes pilastras que articulan el muro. Aunque lo que nos interesa es la fachada, veremos que ésta reproduce (o mejor, anuncia) esta estructura interior. En los siglos siguientes el interior será modificado: se añadirá un transepto en el siglo XVI, en el XVIII se le dotará con una gran cúpula en el crucero, y en general variará la ornamentación en función del cambio de gustos.

La fachada tiene carácter de atrio, y posee una estructura de gran claridad compositiva: un gran vano central, formado por un arco de medio punto con la clave destacada, apoyado en dos pilastras corintias, da paso al breve espacio que conduce al interior de la iglesia, cubierto por una bóveda de cañón con casetones, ahora en relieve. A derecha e izquierda, los espacios laterales aparecen cubiertos por bóvedas de cañón similares, pero transversales y de menor escala. El gran arco está enmarcado por dos parejas de pilastras corintias sobre podio y de fuste liso. Son de orden colosal, y aparentemente sostienen un entablamento y el gran frontón que culmina la fachada. Entre cada pareja de pilastras el muro se divide horizontalmente por medio de molduras y del entablamento del hueco central. En altura se sitúan las puertas laterales, hornacinas y ventanas.

Esta disposición se corresponde con el interior: el arco central es semejante al de acceso a las grandes capillas, y los laterales a los paramentos que cierran las capillas menores. Pero además todos los elementos se relacionan entre sí, al modo de la arquitectura clásica: vuelve a utilizarse el número áureo (proporción 1'7-1), que permite escalonarlos de un modo armónico.

El carácter romano antiguo, renacentista, es pues evidente. Conscientemente se quiere volver a una arquitectura que se considera modélica. Ahora bien, las necesidades y la función han variado, y de ahí el curioso resultado final. La fuente de inspiración de la fachada (y por tanto de la articulación interior) es una construcción que ha resistido el paso de los siglos, como es el caso de los arcos de triunfo: son patentes las similitudes con el Arco de Tito. Es un modelo prestigioso, pero que carece del carácter sagrado apropiado para un iglesia. Por eso se le añade un frontón que permita relacionarlo con los templos romanos.

Planta actual
Interior
Interior
Curiosa imagen

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