viernes, 28 de febrero de 2014

Bernini: Éxtasis de Santa Teresa


Capilla Cornaro, Roma, 1645-1652

Se encuentra en la iglesia romana de Santa María de la Victoria. Allí, en el lado izquierdo, decidió el patriarca de Venecia cardenal Federico Cornaro construir su capilla fúnebre, y encargó a Bernini la decoración de la misma.

El grupo escultórico está en una hornacina elíptica sobre el altar, flanqueada por columnas dobles que sustentan un rico entablamento curvo. La tonalidad oscura de sus materiales sirve para realzar la escena del interior. En la bóveda se finge pictóricamente un cielo con un grupo de ángeles del que ha descendido el serafín protagonista. En las paredes laterales de la capilla aparecen los miembros de la familia Cornaro observando el milagro en una arquitectura ilusionista que más parece prolongación del espacio en el que se mueve el espectador. Tanto éste como los Cornaro pertenecen a este mundo; frente a ellos, un mundo sobrenatural, celestial…

En la escena principal convergen todas las perspectivas. Representa el éxtasis de Santa Teresa de Jesús, tal como lo narra ella misma en su Vida:
“…veía un ángel cabe mí hacia al lado izquierdo en forma corporal (…) no era grande sino pequeño, hermoso mucho, el rostro tan encendido que parecía de los ángeles muy subidos, que parece que todos se abrasan. (…) Veíale en las manos un dardo de oro largo y al fin del hierro me parecía tener un poco de fuego. Este me parecía meter con el corazón algunas veces y que me llegaba a las entrañas: al sacarle, me parecía las llevaba consigo, y me dejaba abrasada en amor grande de Dios. Era tan grande el dolor que me hacía dar aquellos quejidos, y tan excesiva la suavidad que me pone este grandísimo dolor, que no hay que desear que se quite (…) No es dolor corporal, sino espiritual, aunque no deja de participar el cuerpo algo, aún harto. Es un requiebro tan suave, que pasa entre el alma y Dios, que suplico yo a su bondad lo dé a gustar a quien pensare que miento”. (Vida, cap. XXIX).

Aparece la santa sobre una nube, y caída frente al ángel. La actitud desvanecida, sin fuerza, parece aumentar su peso. La mano izquierda cae insensible y sus pies quedan suspendidos en el aire. Sólo quedan visibles rostro, manos y pies. El resto, una masa de ropaje que parece arrastrarla mientras intenta elevarse con los ojos semicerrados, en pleno éxtasis. Bernini se vale de medios externos para revelar un estado interior y utiliza para ello un recurso de la Antigüedad: el pathos helenístico, apropiado para la representación de cualquier estado doloroso, trágico. En este sentido es evidente el paralelismo entre las expresiones del rostro de la santa y de Laoconte.

El ángel es el perfecto contraste de Santa Teresa: aparece de pie frente a la posición diagonal de ella y su rostro sonriente, angelical, la observa a la vez que con su mano izquierda le toma el manto y con la derecha eleva la flecha que va a clavar en su pecho. El cuerpo aparece con un ropaje que parece ceñirse a su anatomía y totalmente  distinto del manto de la santa. Las distintas terminaciones en el trabajo del mármol diferencian carnes, vestiduras y nubes, y subrayan la tensión dramática del acontecimiento.

Las figuras, como toda la estatuaria de Bernini, parecen moverse libremente abriendo el espacio en profundidad y admitiendo en ese espacio al propio espectador. Bernini utiliza también otros recursos estilísticos como el decorado polícromo en el que integrar las figuras y objetos, y utiliza el bronce y el mármol tanto para el énfasis como para le impresión pictórica irreal. La luz que cae a través de un vano oculto tras el frontón se materializa en los rayos dorados que rodean al grupo sirviendo de realce al clímax del momento. Bernini la utiliza siguiendo la tradición pictórica barroca: una luz celestial dirigida santifica los objetos y personas a las que ilumina y las elige como receptoras de la Gracia

La Capilla
La bóveda superior
Conjunto
Lateral izquierdo
Lateral derecho

El éxtasis
El grupo central
Otra vista

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