sábado, 8 de febrero de 2014

Miguel Ángel: David

Copia del David en el emplazamiento tradicional

Mármol, 4,10 metros de altura, 1501-1504, Galería de la Academia (Florencia)

Con veinticinco años, Miguel Ángel se hace cargo de un gran bloque de mármol, que había sido comenzado a desbastar sin éxito cincuenta años antes, con destino a la decoración de los contrafuertes de la catedral. A pesar de la angostura de la pieza debe esculpir un David, y conseguirá realizarlo de una sola pieza, sin añadidos. El resultado será algo plano, pero el genio del autor hace que no se aprecie a simple vista. Supone la recuperación de la estatuaria colosal, y tuvo tal éxito que fue instalada desde el primer momento frente al Palazzo Vecchio de la ciudad.

Miguel Ángel no representa al David triunfante, como habían hecho Donatello y Verrocchio. Escoge en cambio el momento previo a la pelea: con la mano izquierda sostiene la honda, apoyada con aparente descuido en el hombro, y con la vista estudia y mide a su rival. Se advierte la tensión interior, mientras parece reconcentrar sus fuerzas para el combate. El movimiento es, pues, centrífugo, contenido, y se expresa mediante la tensión de músculos y tendones, y en su terribilitá (expresión de su gran fuerza interior). El mismo personaje ha cambiado: ya no es un adolescente, sino un joven en la plenitud de sus fuerzas, inspirado en la estatuaria clásica.

Por un lado, esta terribilitá supone la superación definitiva del Quattrocento, de su preocupación por la belleza formal, por la elegancia y la gracia. Pero en otro sentido, rompe también con el clasicismo al rechazar el contrapposto (los miembros están en la misma posición en cada lado) y la misma noción de canon (la cabeza resulta grande, como la mano derecha, en la que se exageran uñas y nudillos) al primar la expresividad. El resultado es una nueva concepción heroica del ser humano, fusión de un cuerpo bello y un poderoso movimiento anímico interior.

Esta obra se convertirá en el nuevo símbolo de Florencia, y de las dos virtudes cívico políticas de la floreciente república: fortezza (el cuerpo robusto representa la fortaleza necesaria para gobernar y defender la ciudad) e ira (la que debe sentir el ciudadano ante la injusticia o los intentos de establecer la tiranía). Y en este sentido complementa y se opone (y no sólo en plano artístico) al David de Donatello.

El primitivo destino del David (colocación de una réplica)

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