martes, 25 de marzo de 2014

Goya: El sueño de la razón produce monstruos

De la primera estampa de los Caprichos

Caprichos, estampa 43. Técnica: aguafuerte y aguatinta sobre plancha de cobre. Soporte: papel verjurado ahuesado. Medidas: 213 x 151 mm [huella] / 306 x 201 mm [papel]. Primera edición, Madrid 1799.

En el Diario de Madrid del 6 de febrero de 1799, se publicó el anuncio de una serie de grabados puestos a la venta: «Persuadido el autor de que la censura de los errores y vicios humanos –aunque parece peculiar de de la elocuencia y la poesía– puede ser también objeto de la pintura, ha escogido como asuntos proporcionados para su obra, entre la multitud de extravagancias y desconcierto que son comunes en toda sociedad civil, y entre las preocupaciones y embustes vulgares autorizados por la costumbre, la ignorancia o el interés, aquellos que ha creído más aptos a suministrar materia para el ridículo y excitar al mismo tiempo la fantasía del artífice». Se trata de los Caprichos, y su autor es Francisco de Goya. Ahora nos interesa la estampa que inicialmente iba a ser la portada de la colección, pero que finalmente quedó relegada al número 43, tras decidir encabezar la obra con un autorretrato mucho más convencional.

Se conservan dos dibujos preparatorios. En el primero, realizado entre 1796 y 1797, Goya duerme sentado en un sillón y apoyado en una elegante mesa. De su cabeza brotan rayos luminosos: es el sueño, poblado de rostros de expresiones variadas que hacen muecas. Entre ellos, un reconocible autorretrato. Una serie de monstruos nocturnos, entre los que destacan los murciélagos, pueblan las tinieblas que flanquean al autor. En el segundo dibujo (el que utilizó para realizar el grabado), la composición se ha simplificado: desaparece la radiación luminosa, y se muestran los monstruos definitivos. La mesa ha sido substituida por lo que semeja un bloque pétreo, sobre el que inscribe lo que posiblemente sería el primitivo título de la obra: «Ydioma universal. Dibujado y Grabado pr Fº de Goya». Y en el margen inferior añadió: «El Autor soñando. Su yntento solo es desterrar bulgaridades perjudiciales, y perpetuar con esta obra de caprichos el testimonio sólido de la verdad».

La plancha definitiva procede de este segundo dibujo. Aparece Goya dormido y desmadejado, apoyando la cabeza sobre los brazos, sobre la mesa-bloque (ahora con el título trazado con letras desvaídas: El sueño de la razón produce monstruos), cubierta de papeles y útiles de escritura. Inquietantes criaturas de las noche revolotean y se agitan a su alrededor, y parecen querer apoderarse de él. Se distinguen murciélagos, lechuzas, y un par de gatos (o un gato y un lince), que contrastan poderosamente con su inmovilidad vigilante. A la izquierda, un búho parece ofrecer con su garra un lápiz al artista, como indicándole que tome nota de la escena, que se desarrolla en medio de las tinieblas.

La interpretación de la estampa es compleja, a causa de la ambivalencia entre sueño y ensoñación, pero se conservan varios manuscritos atribuidos a Goya que ayudan a dilucidar su significado. El de la Biblioteca Nacional indica: «Portada para esta obra: cuando los hombres no oyen el grito de la razon, todo se vuelve visiones». Es un planteamiento plenamente ilustrado, según el cual las luces de la razón, bien despierta, son las que eliminarán la multitud de extravagancias y desconcierto que son comunes en toda sociedad civil. Goya, con la razón dormida, se encuentra inmerso en ese mundo oscuro que va a reflejar y satirizar en todas las láminas de los Caprichos. Ahora bien, el manuscrito que posee el Museo del Prado añade un interesante aspecto novedoso: «La fantasia abandonada de la razon, produce monstruos imposibles: unida con ella, es madre de las artes y origen de sus marabillas». Nos encontramos próximos a la noción que triunfará definitivamente en el romanticismo: el artista crea mundos nuevos desde su propia individualidad, su fantasía, su genio, dejando libres sus propios sentimientos y emociones.

En cuanto a la técnica se observa la utilización del aguafuerte, que proporciona un dibujo nítido, definido. La figura dormida del autor aparece básicamente silueteada, con un rayado limitado para dar volumen, al contrario que los animales nocturnos, especialmente los murciélagos que se pierden en la lejanía. Posteriormente, la plancha se ha trabajado al aguatinta, lo que le permite masas de grises de distinta intensidad: oscuro en el fondo, claro en la mesa y de forma discontinua en la figura central, para contribuir a su modelado. La inscripción con el título posiblemente se ha realizado en este momento, mediante letras trazadas con barniz protector sobre la capa de resina.

Aunque relegada a la parte central de la colección, esta estampa destaca por su carácter programático, explicativo, de todo el conjunto. Su influencia ha sido considerable en la posteridad. Terminamos con dos poetas que manifiestan claramente su deuda y su homenaje al Goya de los Caprichos. Baudelaire en el poema Les Phares, de Las flores del mal:

                   Goya, cauchemar plein de choses inconnues,
               De foetus qu'on fait cuire au milieu des sabbats,
               De vieilles au miroir et d'enfants toutes nues,
               Pour tenter les démons ajustant bien leurs bas.


Y José Camón Aznar, cuyo legado visitamos la pasada semana, escribía en su Canto a los siglos (1970) este espléndido soneto:

                   Plantado, vertical, el hombre entero.
               El hombre con su sombra, con su diablo.
               –del hombre con riñones es del que hablo–
               del hombre en pie, entero y verdadero.
                   De la mujer también. De su cintura
               entre los dedos del pintor ahogada,
               de la bruja que baila en su mirada.
               Vestida o desvestida. Siempre impura.
                   Los monstruos ríen. ¡Chitón! Que aquí está el rey.
               Siempre la mueca. Que ya el rebuzno es ley.
               En la noche de brujas, una a una,
                   tejen el ser de España con la muerte.
               Con el buril echada está suerte:
               ¡Terror y toros bajo luz de luna!



Prmer dibujo preparatorio
Segundo dibujo preparatorio
Una de las planchas de los Caprichos
Una coincidencia temporal:

Füssli, La pesadilla, Goethes Elternhaus, Fráncfort, 1790-1791

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