viernes, 7 de marzo de 2014

Velázquez: Las Meninas

Sargent visita a Velázquez

Óleo sobre lienzo, 318 por 276 cm. 1656. Museo del Prado, Madrid.

Es ésta una de las más importantes obra de Velázquez, y una de las principales de toda la historia de la pintura. El cuadro, pintado para el despacho de verano del rey en el Alcázar de Madrid, presenta un argumento banal: la irrupción de la infanta Margarita en el taller donde Velázquez está pintando, posiblemente a los reyes, y seguramente en presencia de ellos como parece indicar el hecho de que el pintor, la Infanta con su pequeña corte, y el personaje que se recorta en la puerta del fondo, dirijan su vista hacia el espectador, colocado frente al cuadro, en el lugar en que verosímilmente pudieran estar los reyes, reflejados en el espejo que ocupa el centro de la pared del fondo.

Velázquez vierte en este lienzo todo su saber presentándonos una cuidadosa composición en la que reserva la mitad superior de la escena para la perspectiva del cielo raso, las ventanas y los enormes cuadros del fondo, mientras la mitad inferior es destinada a la composición de los personajes, las meninas, Nicolasito, María Barbola, el ama y el sirviente,  entre los que destaca, por su posición central, la infanta Margarita.
No menos brillante es la construcción de un espacio real y mensurable conseguido mediante la perspectiva lineal. Las ventanas hacen parecer grande la distancia y el suelo de la habitación logra tal perspectiva que parece que se puede caminar por él como nos invita a hacerlo la figura del aposentador, en cuyos pies se encuentra el punto de fuga.

Es, sin embargo, la perspectiva aérea la que alcanza su máximo esplendor, conseguida con luz y color: jugando con la luz, haciéndola incidir sobre los personajes de primer plano y sumergiendo a los que se alejan en la penumbra, se palpa una atmósfera que envuelve y aleja todos los objetos que van debilitándose de tono al irse alejándo.

Y todo este prodigio de técnica y saber hacer para demostrar, según la investigaciones de Tolnay y Julián Gállego, el triunfo del divino Arte sobre la artesanía y los oficios manuales indignos de un pintor que está empleando todas sus fuerzas en alcanzar un título de nobleza. La actitud pensante en la que el pintor se autorretrata, el tema de los cuadros colocados al fondo en los que se presenta Minerva y Aracne y Apolo y Pan, así como la incorporación posterior de la Cruz de Santiago en el pecho del artista, parecen reafirmar la intención de Velázquez de considerar Las Meninas como la proyección espiritual del artista, la imagen de una idea interna y no la simple imitación del natural, ni el lucimiento de una técnica manual. Velázquez se situaría así, fuera de la composición, como si la viera en su idea, imaginándola más que pintándola, en el momento creador que más enaltece al artista.


Los personajes
La infanta Margarita
Detalle
Doña María Agustina Sarmiento
Detalle
Doña Isabel de Velasco
Detalle
Maribárbola, Nicolás de Pertusato y el mastín
Doña Marcela de Ulloa y el Guardadamas
José Nieto Velázquez
Diego de Velázquez
Felipe IV y Doña Mariana de Austria
Composición
El espacio vacío
Los cuadros: Ribera, Apolo y Marsias
Los cuadros: Tintoretto, Minerva y Aracné
El resto (virtual) de la sala: el punto de vista de los reyes
Homenajes:

Picasso, Las Meninas (1957)
Equipo Crónica, Las Meninas (1970)
Carmen Giraldez, Homenaje a Velázquez
Mingote
Otro de Mingote. ¿Dónde está el cuadro?

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