martes, 22 de abril de 2014

Paul Gauguin: Tahitianas

Autorretrato (1889)

Óleo sobre lienzo. 69 por 90 cm. 1891. Museo de Orsay, París.

Representa a dos figuras femeninas sentadas en una playa. La obra se caracteriza por la exaltación del color, las figuras grandes y contorneadas de manera nítida como si fueran tallas de madera. En este cuadro renuncia a la perspectiva, a una composición convencional, suprime el modelado y las sombras, e identifica la sensación de plano igual que en la pintura japonesa.

Las figuras representadas corresponden a dos mujeres indígenas de los Mares del Sur sentadas en al playa. Una de ellas, de perfil, destaca por su falda roja, en la que lo plano del color se acentú con las flores blancas. La figura de la derecha, de frente, viste vestido de tonos rosas con pinceladas claras que ayudan a romper la sensación plana del color que por otra parte se acentúa con las líneas oscuras.

Se caracterizan por la rotundidad de los volúmenes y la violencia del color que actúa como auténtico protagonista de la escena. Extiende los colores puros (azul, amarillo), en campos extensos dentro de gruesas líneas de contorno y consigue armonizar las masas cromáticas de figuras con la naturaleza. La composición es muy simple, rechaza la perspectiva y crea un fondo cerrado en el que sobresalen formas planas y líneas definidas.

La obra tiene un sentido de la belleza con la que el autor nos transmite el sentimiento y la poesía contenidos en el espíritu del indígena, del buen salvaje. Como en todas sus obras, en ésta se impone el contenido simbólico.


Una versión posterior: Parau api, Dos tahitianas (1892)

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